Sin duda
el mensaje más descuidado de la iglesia hoy es que el Espíritu Santo es real y
tenemos que hacer un lugar para Él. ¿Triste no?. Ministros del evangelio por
miles no comprenden la obra del Espíritu en el planeta tierra. Me temo que han
estado programados, también. De la escuela dominical al seminario, han sido
guiados a creer que el Espíritu es un miembro menor de la Deidad que vino en
pentecostés y ha estado flotando en las nubes desde entonces. Algunos evitan
pronunciar su nombre para que la gente no los confundan con uno de esos
fanáticos carismáticos.
Fue
la intención de Dios que la iglesia fuera viva y vibrante. Antes de regresar al
cielo, Jesús pronunció las inolvidables palabras: «y estas señales seguirán a
los que creen…» (Marcos 16:17). Quizá la pregunta más desconcertante que yo
tengo como ministro es ésta: Si el Espíritu Santo fue enviado para dar poder a
los cristianos para
que vivan una vida victoriosa, ¿por qué
hay tantos desanimados y derrotados?.
Cuando
yo era un evangelista, iba a una iglesia, conducía una campaña, oraba por las
necesidades de la gente, y regresaba a mi casa. Realmente no sabía lo que
estaba pasando en la vida diaria de la gente.
Pero ahora que soy pastor, mi perspectiva ha cambiado totalmente. Y
Estoy molesto por lo que veo.
Ahora
me doy cuenta de que muchas más personas tienen mayores problemas de lo que
jamás soñé posible.
Que
tantos creyentes están descorazonados, y deprimidos, al borde de la bancarrota
espiritual es casi inimaginable. Repetidamente veo pequeños problemas entrar en
la vida de la gente y de repente emergen como Goliat, o el monte Everest.
«Padre
Dios» -pregunto- ¿Dónde está la victoria? ¿Dónde está el gozo?.
La
semana pasada nuestra congregación experimentó un derramamiento poderoso del
Espíritu el domingo en la noche. Al ministrar a la gente, yo sentí una unción
extraordinaria. De regreso al hogar iba gritando, «Aleluya». Le dije a mi
esposa Suzanne, «¡Qué gran servicio!, ¿No es maravilloso lo que Dios está
haciendo aquí?» pero acabando de entrar por la puerta de nuestra casa, sonó el
teléfono. Y por los próximos treinta minutos oí la triste historia de un hombre
que había estado en este servicio. Él lloraba y lloraba mientras me decía: «yo
no tengo a quién ir».
¿Quién tienen el poder?
¿Qué
está mal? ¿Por qué es que la iglesia primitiva tenía tal poder y nosotros
tenemos tan poco? Con una palabra mandaban a salir los demonios, y nosotros nos
vemos tan temerosos y alarmados. Sólo mencionar demonios, y los cristianos
hacen una retirada de cien yardas. Muchos pastores ni aun hablan de ellos, como
si ignorando el tema los echaran fuera.
Es
difícil de entender. En lugar de predicar a la gente que pueden ser libres,
muchos ministros mantienen un silencio dejando a la gente en cautividad. En vez
de obedecer las palabras de Cristo: «echarán fuera demonios» (Marcos 16:17), le
dicen a su gente que lo que está realmente pasando no existe –que todo está en
sus mentes. Y la gente murmura: «Señor, no puedo encontrar una respuesta. ¡No
puedo encontrar ayuda!».
¿Nos
sorprende que algunos cultistas satánicos tienen más poder que algunos
cristianos? ¿Deberíamos sorprendernos cuando los seguidores satánicos
demuestran más de lo sobrenatural que muchos seguidores de Cristo? ¿Cómo es
posible? Si Dios es omnipotente y Satanás tiene sólo una pequeña fracción del
poder, ¿Cómo un discípulo del diablo puede obrar con autoridad?
Realmente
es muy simple, una persona que usa cien por ciento de una fracción muy pequeña
tiene más poder que alguien que puede tocar la energía del universo pero ni
siquiera lo intenta. Me molesto profundamente cuando pienso acerca de un
pecador que recibe más de Satanás que lo que un creyente que no pide de Dios,
puede recibir.
Es
tiempo que empieces a ejercitar el poder del Todopoderoso. Necesitas saber que
Dios es más grande que cualquier demonio y que sólo una palabra de Jesús
destruye al diablo. Sólo uno de sus ángeles puede atar a Satanás en el abismo
(Apocalipsis 10:1-3). Dios no es débil –Su pueblo sí lo es.
Aquí
está una conclusión a la que he podido llegar, la razón de que la iglesia y
tantas personas en ella hayan sido derrotadas es que han ignorado la persona
más poderosa en el universo –El Espíritu Santo. De nuevo,
«…No
con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.» (Zacarías
4:6)
Y las
próximas palabras son igualmente emocionantes:
«¿Quién
eres tú, oh gran monte? … serás reducido a llanura» (Zacarías 4:7)
Necesitas
más que un tractor para nivelar los montones de roca que están delante de ti.
Es una montaña gigante de hostilidad y temor. Y la excavación que necesitas es
sólo posible a través de un poder de energía del Espíritu Santo.
Real, no fingida
Dios
a través de su palabra, da una receta para romper el yugo de esclavitud. El
sabe exactamente lo que se necesita para levantar tu carga pesada. Se llama
UNCIÓN:
«Acontecerá
en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.»
(Isaías 10:27)
Así
como Dios quitó la carga de Israel, también removerá el yugo de ti. Después de
todo, Satanás es el traicionero que ha puesto ese yugo pesado sobre ti. Pero
Jesús, que declara el yugo destruido, dijo,
«porque
mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»
(Mateo 11:30)
El
yugo opresor puede ser roto por el Espíritu pero no sólo por el momento. No es
una solución temporal. Él se queda contigo, para continuar levantando la carga
y guiándote en una nueva senda. El apóstol Juan, hablando del Espíritu, escribió:
«Pero
la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os
enseñe; así como la unción misma os
enseña todas las cosas, y es
verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.» (1 Juan 2:27)
No se
necesita un doctorado en divinidad para poder discernir quién tiene la unción y
quién no la tienen. Un pecador no regenerado que ve la televisión durante el
domingo en la mañana reconoce el toque del Espíritu cuando lo ve. Lo reconoce
porque, como el diamante es extraño para él.
No
hay nada más trágico que gente que no tiene la unción trate de producirla.
Tratan de forzarla, pero el toque del Señor no está allí. Cuántas veces has
viajado para oír aun gran predicador o maestro de la Biblia, sólo para
encontrar que esa persona es sólo un caparazón vacío, que no hay nada más que
conocimiento adentro. Lleno de datos e información pero absolutamente sin vida.
Nunca
olvidaré lo que pasó en la conferencia a la que asistí en la costa oeste. En
una de las reuniones de la tarde, un joven fue presentado para cantar. Con una
voz tremenda, buen entrenada, cantó ¡El rey ya viene! Toda la gente se alegró,
y le dieron un gran aplauso cuando terminó.
Yo no
sé cómo pasó, pero en el servicio de la noche una señora cantó la misma
canción. Francamente, no parecía una cantante, su voz era un poco nasal, y
algunas de las notas estaban fuera de tono. Pero ella tenía algo más, que
cubría esas diferencias mil veces. Cuando llegó al segundo coro, la gente
estaba de pie. Sus manos estaban levantadas al cielo. El poder en aquel lugar
era eléctrico. Y no terminó cuando ella terminó de cantar. Alabamos al señor y
volvimos a alabarlo. Luego comenzamos a aplaudir –por largo rato. Pero no
estábamos aplaudiendo a la cantante. Estábamos aplaudiendo al dador de la
unción.
¿Qué
hizo la diferencia? ¡fue
LA UNCIÓN! Fue el poder del Espíritu en la vida de
aquella mujer.
Durante
mi ministerio en Canadá, éramos uno de los grupos auspiciadores de la cruzada
de Billy Graham. En su preparación las reuniones eran organizadas como nada que
yo hubiera visto. Y los mismos servicios eran «flojos» comparados con lo que yo
estaba acostumbrado a ver. Pero cuando Graham comenzó a hablar, hubo un
inconfundible toque del Espíritu en su mensaje. El contenido era Cristo, pero yo podía decir que estaba en la
presencia de un hombre que tenía una relación personal profunda con el
Espíritu.
Palabras que asombraron a la
sinagoga
Desde
la creación, la gente ha estado fascinada con la unción. Se han maravillado con
ella, la han manifestado, y aún imitado. Pero la verdadera unción siempre ha
sido –y todavía lo es- una función de Dios el Espíritu Santo.
¿Cuál
es su propósito? Para que puedas proclamar el mensaje con poder.
«El
Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí,
porque me ungió Jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a
proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;» (Isaías
61:1-2)
Pero
esas no son sólo las palabras de un profeta del Antiguo testamento. Jesús las
citó a una audiencia pasmada en la cinagoga en Nazaret (Lucas 4:18-19).
Nunca
debes olvidar que para entender al Espíritu Santo tienes que saber que él es
Dios. Esa descripción te puede parecer extraña, pero es tan básica como la
misma palabra. Él era el poder de la creación. ¿Recuerdas las palabras en el
libro de Job?
«El
espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida.» (Job
33:4)
Mientras
Dios el Padre estaba en el cielo en el trono de gloria diciendo: «hagamos al
hombre», el Espíritu santo estaba haciendo su obra en la tierra. Aún el segundo
versículo dice eso en la creación:
«El
Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1:2)
Y el
salmista, hablando de las criaturas en la tierra, escribió:
«Psa
104:30 Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.»
(Salmo 104:30).
Del
libro «buenos días Espíritu Santo» de Benny Hinn.
No hay comentarios:
Publicar un comentario