¿«Debilidad»?
O ¿«voluntad»?
Comencemos con este hecho acerca de la
Deidad: lo que es cierto de uno no
necesariamente se aplica a los tres. A veces son diferentes, aún en la manera
en que Ellos se mueven y en la manera en que Ellos hablan. Ya hemos discutido
el hecho de que los miembros de la Deidad son personas distintas –sin embargo,
los tres son Uno. Pero en cuanto a lo que respecta a la relación y a la
comunicación personal con «Dios», un entendimiento del Padre, del Hijo y del
Espíritu es esencial.
Cada
vez que tu veas a Dios obrar, lo ves como un Dios. Pero comienzas a ver alguna
distinción en la manera que piensan y actúan las personas de la Deidad.
Por
ejemplo, Cuando el pueblo judío bajo el Antiguo Pacto voluntariamente y a
sabiendas pecó delante del Padre ¿Recuerdas lo que pasó? La Escritura dicen que
fueron muertos o castigados.
Pero
Cristo el Hijo trató de otra manera con aquellos que deliberada y
voluntariamente pecaron. Por ejemplo: Considera a los fariseos. ¿los mató
Cristo? ¡No! Él los reprendió.
Tú
dices: «yo siempre creí que Cristo perdonó
a todos». La Escritura no dice si Jesús a los Fariseos por sus pecados o no.
Sin embargo, el perdonó al criminal en la cruz cuando clamó de corazón,
«¡acuérdate de mí cunado vinieres en tu reino!»
No
malentiendas. Dios el Padre perdonó, pero también mató o castigó a aquellos que
rehusaron cesar de rebelarse contra Él. Dios el Hijo, sin embargo, respondió de
otra manera, En vez de matar o juzgar al pecador voluntario, él simplemente lo
reprendió.
Tú
preguntas: «¿pero qué sobre el Espíritu Santo?» ¿Cuál es su respuesta a la
persona que a sabiendas, deliberadamente peca?» Él reacciona totalmente
diferente que el Padre y que el Hijo. El Espíritu no los quita o reprende –él
los convence de culpa y retira el poder de su presencia.
¿A quién debo recurrir?
La
Trinidad, como hemos visto, se compone de tres personas distintas y únicas.
Pero necesitas entender Su Unidad. –que son Uno. Es esencial que reconozcas que
la unidad lo abraza todo, de la que estamos hablando está conectada a la obra
de la Deidad.
La
palabra expresa claramente que hay diferencias
-diversidades- de administración en la Deidad, aunque ellos son uno.
Nota cómo lo explicó Pablo a la iglesia en Corinto:
«Y
hay diversidad de ministerios, pero el
Señor es el mismo.
Y hay
diversidad de operaciones, pero
Dios, que hace todas las cosas en
todos, es el mismo.» (1 Corintios
12:5-6)
Y entonces el escribe;
«Pero
a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.» (1Corintios 12:7 )
Pablo
estaba presentando la obra de la Deidad, el explicó que el Señor Jesús es el
administrador, el Padre el operador, y el Espíritu Santo es el manifestador,
ahora, esa es una de las pocas veces en la palabra donde Jesús se menciona
primero y el Padre de segundo en el orden de reconocimiento.
Pero
vamos a ponerlos de nuevo en el orden «usual» de la Escritura. ¿Cuál es la obra
principal del Padre? Él
opera. ¿ y qué sobre el Hijo? Él administra la operación del Padre. Y Él Espíritu
Santo manifiesta la administración de esa operación.
Si tú
necesitas vida, ¿a quién te vuelves? Tu miras al Padre porque él es el dador de
toda buena dádiva y de todo don perfecto:
«Toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.» (Santiago 1:17)
Tu dirás: «yo pensaba que mirábamos a
Jesús». No. La Fuente es el Padre. Pero el Dador de esa fuente es Cristo. Y el Poder de la
fuente es el Espíritu Santo.
Así
que, cuando tú necesitas vida, esto es lo que sucede. Miras a Dios el Padre y
dices: «Padre, ¡dame vida!» o sanidad o liberación. Tú ves, Dios es la fuente
de eso.
«Y
todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.» (Juan 14:13)
Aún cuando te acercas a Dios mediante su Hijo,
todavía es el Padre a quién le pides el don. Y tu petición va mediante el Hijo
al Padre.
¿Cómo
viene ese don? Digamos que tu petición es por sanidad. Dios el Padre –recuerda
ahora que Dios existe en tres personas –mira a Dios el Hijo y dice, «sánalo,
por favor»
Cristo
da la sanidad. ¿Por qué? Porque ese es la función del administrador. La misma
palabra administrar quiere decir ministrar o servir. Así que el Padre entrega
la sanidad al Hijo, y el Hijo te la transfiere a ti.
¿Puedes
verte a ti mismo extendiéndote para recibir la sanidad y hallando que por
alguna razón está fuera de tu alcance? Extiendes los brazos hasta donde puedes,
pero el don parece más allá de tu alcance. Tan cerca que está y, sin embargo,
tan lejos que parece. ¿Qué ha pasado? ¿Qué falta? Es aquí donde la obra del
Espíritu Santo entra en la escena. Él se presenta a sí mismo para manifestar la
sanidad que fue provista por Dios y transferida por su Hijo.
Es el Espíritu quien completa el proceso
de sanidad.Tomado del Libro "Buenos días Espíritu Santo" de Benny Hinn
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