El Espíritu
Santo no sólo es Dios es también el Padre del Señor Jesucristo. Antes que
digas: «Ahora Aguántate ahí, Benedictus» déjame señalarte la palabra. Tu dices:
«yo pensaba que Dios el Padre era el Padre de Jesús», Bueno, tienes razón, pero
estás también equivocado. Déjame mostrarte por qué. En el primer capítulo de
los evangelios se nos dice que el Espíritu Santo es el Padre de Jesús:
«Mat
1:18 El nacimiento de Jesucristo fue
así: Estando desposada María su madre
con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del
Espíritu Santo.» (Mateo 1:18)
Aún María
estaba preocupada, ella le dijo al ángel:
«Entonces
María dijo al ángel: ¿Cómo será
esto? pues no conozco varón.
Respondiendo
el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que
nacerá, será llamado Hijo de Dios.» (Lucas 1:34-35)
Ahí lo tienes. Él se llama Hijo de Dios, pero fue el
Espíritu Santo quién vino sobre la madre de Cristo. Eso es la intimidad de la
Trinidad –Hijo de Dios el Padre e Hijo de Dios el Espíritu Santo.
Aún
los atributos de Jesús le fue dado por el Espíritu, Hablando del Cristo que
vendría, Isaías escribió (como si el hijo se pareciera a su papá):
«Saldrá
una vara del tronco de Isaí, y un
vástago retoñará de sus raíces.
Y
reposará sobre él el Espíritu de Jehová;
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.» (Isaías 11:1-2)
¿Quién
es el Padre?
Jesucristo hombre fue engendrado del
Espíritu. Y tal como los padres terrenales aman a
su pequeño bebé, así el Espíritu Santo amaba al Señor. ¿Has visto tú a un padre
orgulloso tomar en sus brazos a su hijo recién nacido apretarlo y amarlo? Yo
creo que nosotros olvidamos que el Espíritu Santo tiene emociones también. El
ama lo que ha creado; es por eso que desea poner sus brazos alrededor de él.
¿Puedes
ver a Dios el Padre en el cielo diciéndole al Espíritu Santo: «toma a mi Hijo y
hazlo carne»? Fue el milagro de milagros. El Espíritu Santo tomó esa semilla
divina y la puso dentro del cuerpo de María. Pero no fue también el padre del
Señor, fue también el que lo ungió.
Imagínate
a Dios el Padre en el cielo sentado en su trono y a Jesús en la tierra sanando
los enfermos y haciendo milagros. ¿Y qué del Espíritu Santo? Él es el canal, el
contacto entre ambas personalidades. Voy a ilustrarlo así:
El
Padre toma el teléfono (como si necesitase uno) y dice: «¿Espíritu Santo?»,
-sí
Señor-dice el Espíritu Santo al contestar el teléfono.
Dios
dice: «quiero que guíes a Jesús al desierto porque voy a enviar al diablo para
que lo tiente»
El
Espíritu Santo dice: «sí, Señor», y corre a Cristo. Jesús, ven conmigo –le
dice.
¿Ves
cómo el Espíritu Santo viene a ser como el contacto entre ambas personalidades?
O
imagínate esto: Jesús pasa por el lado de un hombre que está muy enfermo. De
nuevo, el Padre levanta el teléfono y dice: «Espíritu Santo, ¡Detén a Jesús!
Dile que se pare ahí mismo donde está».
El
Espíritu dice: «Bien, Jesús, párate». Levanta el teléfono y dice: «Padre, ¿qué
debe hacer Él?».
«Dile
que sane a ese hombre» –dice la voz de Dios.
Jesús
inmediatamente pone sus manos sobre el hombre, el poder del Espíritu fluye a
través de Él, y el hombre milagrosamente se levanta.
Aquí
está lo vital para que recuerdes –y cuando comprendas esto, se quitará el velo
de tus ojos concerniente a la función del Espíritu Santo. Durante su estancia
en la tierra, Jesús escogió ser no menos que un hombre en su totalidad. Su
conocimiento revelado no operaba sin la voz del Espíritu. Y El no se movía a
menos que el Espíritu Santo se moviera con él.
¿Te
has preguntado alguna vez por qué cuando Jesús pasaba, algunos no se sanaban?
¿por qué Él no oró por ellos? ¿Por qué Él no los alcanzó y los tocó? Es porque
el Padre no le ordenó al Espíritu Santo que guiara a Jesús a hacerlo. Cristo
dijo:
«que
el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago» (Juan
14:31)
Jesús dependía del Espíritu; Él era el cordón umbilical de Cristo el
Padre.
¿Era Cristo capaz de pecar?
Aún antes que Cristo se enfrentara al
Gólgota, él se ofreció al Padre por medio del Espíritu Santo. Comparando la
sangre de Cristo al sacrificio de
animales,
«¿cuánto
más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Hebreos
9:14 )
Si él no se hubiera ofrecido a sí mismo mediante el Espíritu Santo,
¿hubiera soportado los sufrimientos de la cruz? Si él no se hubiera presentado a sí mismo mediante el
Espíritu Santo, su sangre ¿hubiera permanecido pura e inmaculada?
Y
déjame añadir esto: si el Espíritu Santo no hubiera estado con Jesús, ¿hubiera
pecado? Es posible que hubiera podido pecar. Fue el Espíritu Santo el poder que
lo guardó puro. Él no sólo fue enviado del cielo, sino que fue llamado Hijo del
Hombre –y como tal ¿No podía él pecar? El hecho de que no lo hiciera no quiere
decir que no existiera la posibilidad.
Si tu
crees que Jesús no era capaz de pecar, entonces ¿por qué Satanás perdió su
tiempo tentándole? El diablo sabía lo que estaba haciendo. Sin el Espíritu
Santo Jesús jamás hubiera logrado completar su obra.
Realmente
Jesús se ofreció a sí mismo mediante el Espíritu Santo para permanecer sin
pecado. Aún dependió del Espíritu Santo para que lo levantara de las garras de
la muerte. ¿Recuerdas las palabras de Pablo?:
«que
fue declarado Hijo de Dios con poder,
según el Espíritu de santidad,
por la resurrección de entre los muertos» (Romanos 1:4)
Fue a través del poder del Espíritu que Cristo fue
levantado de los muertos. He aquí lo que dice la Escritura:
«Y si
el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros.» (Romanos 8:11)
No sólo el Espíritu levantó a Cristo; ¡Él es quién también te levantará a ti!
Podemos poner también nuestra esperanza en Él.
El plan maestro de Dios
Aún
después que el cambió el curso de la historia saliendo de la tumba, Cristo
continuó dependiendo del Espíritu. En realidad, Él le dijo a sus discípulos:
«Y
estando juntos, les mandó que no se
fueran de Jerusalén, sino que esperasen
la promesa del Padre, la cual, les dijo,
oísteis de mí.
Porque
Juan ciertamente bautizó con agua, mas
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.»
(Hechos 1:4-5)
Cristo estaba bajo el control de Dios cuando habló estas palabras. Él estaba
repitiendo lo que el Padre dijo del Espíritu Santo.
Tan
dependiente era Cristo del Espíritu que él se volvió a Él antes de dar
direcciones a sus seguidores. La Escritura dice:
«hasta
el día en que fue recibido arriba,
después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los
apóstoles que había escogido»(Hechos 1:2)
¡No me
malinterpretes! De ninguna manera estoy diciendo que la posición de Cristo es
menos que la del Espíritu Santo, tampoco el Espíritu Santo es menos que Jesús.
Hay igualdad absoluta en la Trinidad. Cada miembro tiene un propósito y
características únicas.
Lo
que yo quiero que tu sepas es que el Espíritu no es débil. No es un inmaduro o
incapaz de hablar por sí mismo.
El
Espíritu Santo es perfecto, poderoso y glorioso.
El
Espíritu Santo merece nuestra adoración. Debemos poner en práctica lo que hemos
estado cantando por generaciones: «A Dios el Padre Celestial, al Hijo nuestro
Redentor, al eternal Consolador unidos todos, alabad, amén»
¿Cómo
lo reconoces? Es tan simple como esa vocecita que oyes cuando estás a punto de
quedarte dormido, la voz que te recuerda: «Tú no has orado hoy», o puede que Él
diga: «no has leído la palabra hoy». Este es el Espíritu hablando, luchando con
tu alma. Ya tú lo conoces, pero desea que lo conozcas más.
El
Señor predijo lo que te pasaría cuando hicieras un lugar para el Espíritu. Él
dijo,
«El
que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos
de agua viva.» (Juan 7:38)
¿y qué era
esa unción de la que hablaba él?
«Esto
dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu
Santo, porque Jesús no había sido aún
glorificado.» (Juan 7:39)
Dios tiene un
plan maestro detallado para tu vida. Su unción y su Espíritu están incluídos en
el plan:
«Y el
que nos confirma con vosotros en Cristo,
y el que nos ungió, es Dios, el
cual también nos ha sellado, y nos ha
dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.» (2 Corintios 1:21-22)
¿Has hecho lugar para el Espíritu Santo? Todo
lo que él pide
es un lugar en tu corazón.
Tomado del libro «buenos días Espíritu
Santo» de Benny Hinn.