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sábado, 27 de julio de 2013

120: La edad de la Carne, La edad del Espíritu

2Ch: 2 Crónicas, Act: Hechos de los apóstoles

Cuando la unción se hace presente, si es un predicador, predicará mejor. Pero cuando la Gloria de Dios se manifiesta, no puede hacer nada. Tiembla, tartamudea y quiere hacerse a un lado del camino. Si es un cantante, la unción lo hará cantar mejor. Pero con la Gloria presente apenas podrá cantar. ¿Por qué? Porque Dios ha declarado que ninguna carne se gloriará en su presencia (1 Corintios 1:29  a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse.). Eso no quiere decir que usted es una mala persona o que vive en pecado.
Significa que es carne y sangre confrontado con la presencia misma de Dios. ¿No evoca esto viejos recuerdos de lo que ocurrió en la dedicación del templo de Salomón? Los
sacerdotes no pudieron permanecer en él para ministrar. No quedaron hambrientos de bendición. Pienso que cayeron sobre sus rostros con temor. (Tommy Tenney)

El templo de Salomón fue una sombra de lo real, 120 sacerdotes, en el Antiguo Testamento, 120 discípulos en el Nuevo Testamento. La era de la carne termina con 120 años…
«Génesis 6:3  Y dijo Jehová:  No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre,  porque ciertamente él es carne;  mas serán sus días ciento veinte años.»
Cada detalle relacionado con el 120 señala una separación entre la carne y el Espíritu. Lo que pasó con el templo de Salomón pasó con los 120 discípulos.
120 tipifica pues, la edad del Espíritu. 120 llenos del Espíritu Santo, si en el Templo no podían estar allí, cómo habrá sido cuando Dios el Espíritu Santo los llenó:
«Hechos 2:13  Mas otros,  burlándose,  decían:  Están llenos de mosto.»
Lo que vino fue, no con nube, ahora la nube está dentro del templo, es decir de mí, tomando la forma humana a través de mí… yo soy su cuerpo, él y yo fundidos en uno sólo. Y qué decir del tímido Pedro,
«Hechos 2:14  Entonces Pedro,  poniéndose en pie con los once,  alzó la voz y les habló diciendo:  Varones judíos,  y todos los que habitáis en Jerusalén,  esto os sea notorio,  y oíd mis palabras.
Hechos 2:15  Porque éstos no están ebrios,  como vosotros suponéis,  puesto que es la hora tercera del día.
Hechos 2:16  Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:»
La gente no vio borrachos, lo que vio fue 120 llenos del gozo del Espíritu, ¡qué delicia!... Pero Pedro sacó al predicador que estaba en Él y dijo «cuántas eran cinco!»
Gracias al Señor, a nosotros tampoco nos llegó vacío el evangelio, nos llegó con poder también:


«1Tesalonicenses 1:5  pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente,  sino también en poder,  en el Espíritu Santo y en plena certidumbre,  como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.» 

Benny Hinn, "Buenos Días Espíritu Santo"

viernes, 12 de julio de 2013

Una relación de pacto

Es porque el Espíritu Santo está aquí en la tierra y a tu lado que retienes tu sanidad o liberación que has recibido. Es por esto que Jesús pudo regresar al cielo, y aún así tu puedes saber cómo mantener una relación íntima con el Espíritu Santo, escucha las palabras del gran profeta Hageo:
«Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto,  así mi Espíritu estará en medio de vosotros,  no temáis.» (Hageo 2:5)
Cuando le pides al Hijo de Dios que venga a tu corazón, estás haciendo un pacto personal con Dios. Y no es una conversación unilateral. Dios también hace un acuerdo o un «pacto» contigo. Así es como él ha obrado siempre.
El Padre inició pactos con Adán, Noé, Abraham, Isaac, David, y muchos otros. Pero tal como Dios buscó entrar en acuerdo, también la humanidad buscó a Dios. Esto es lo que descubrimos con Jacob, Josué, Salomón y los israelitas.
Cuando los israelitas confesaron sus pecados a Dios, dijeron:
«Ahora pues,  Dios nuestro,  Dios grande,  fuerte,  temible,  que guardas el pacto y la misericordia,  no sea tenido en poco delante de ti todo el sufrimiento que ha alcanzado a nuestros reyes,  a nuestros príncipes,  a nuestros sacerdotes,  a nuestros profetas,  a nuestros padres y a todo tu pueblo,  desde los días de los reyes de Asiria hasta este día.
Y se multiplica su fruto para los reyes que has puesto sobre nosotros por nuestros pecados,  quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos,  y sobre nuestros ganados,  conforme a su voluntad,  y estamos en grande angustia.» (Nehemías 9:32,37)
Entonces Nehemías le dijo al Señor:
«A causa,  pues,  de todo esto,  nosotros hacemos fiel promesa,  y la escribimos,  firmada por nuestros príncipes,  por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes.» (Nehemías 9:38)
Este pacto fue firmado por no menos de ochenta y cuatro líderes quienes se comprometieron «bajo pena de maldición, y bajo juramento, guardar y cumplir los mandamientos, ordenanzas y estatutos que Dios nos dio por medio de su siervo Moisés» (10:29. B.D).
Los pactos con Dios se ratificaban por una variedad de acciones que incluían quedarse (Esdras 10:14), quitarse un zapato (Rut 4:7-11), comer juntos (Génesis26:30), erigir un monumento (Génesis 31:45-53) y hacer un juramento (Josué2:12-14).
Quizás el pacto más importante de todos es el que Dios hizo contigo mediante su Hijo cuando Él:
«Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo,  el gran pastor de las ovejas,  por la sangre del pacto eterno,» (Hebreos 13:20)
¡Una palabra de advertencia!
Pero tal como Dios tiene un pacto concerniente a tu salvación, tú puedes hacer un voto o un juramento con Dios que trate con tus necesidades personales. Yo he hecho varios compromisos con Dios, y yo creo que Dios reconoce la sinceridad de un compromiso cuando declaras categóricamente lo que estás dispuesto a hacer en respuesta a sus bendiciones.
Un hecho es obvio: el antiguo Testamento está lleno de pactos que agradan a Dios. ¿Y por qué es eso importante para ti? Porque Dios obra por pactos y mediante pactos, y tú puedes entrar en un pacto con él concerniente a cualquier necesidad especial. Encontrarás que el Padre está más que dispuesto a guardar su palabra.
Yo he llegado a creer que el Espíritu Santo entra en tu vida como el resultado del pacto eterno que Dios hizo contigo concerniente a tu salvación. Él es el mensajero de Dios –y de Cristo– para ti desde ese momento en adelante. Y ese acuerdo es para tomarlo en serio. ¡Recuerda lo que pasó a Sansón!. Dalila, después de lograr que le afeitaran la cabeza mientras él dormía, gritó:
«Y le dijo:  ¡Sansón,  los filisteos sobre ti!  Y luego que despertó él de su sueño,  se dijo:  Esta vez saldré como las otras y me escaparé.  Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.» (Jueces 16:20)
Quien se había apartado era el mismo «Espíritu de Jehová» que «vino sobre él» anteriormente (Jueces 15:14).
¿Puedes imaginar que estuvieras en esa situación? Tú piensas que estás lleno, pero no lo estás. Crees que estás ungido, pero el Espíritu se ha ido. Sansón estaba totalmente ignorante de que él había traicionado su llamamiento y su pacto con Dios. Él creía que todavía tenía fuerza, pero el Espíritu se había ido de su vida.
La misma cosa le pasó a Saúl. El Señor rechazó a Saúl como rey porque «se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras» (1 Samuel 15:11). No sólo el Espíritu dejó al rey, sino que algo mucho peor ocurrió: «El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová» (1 Samuel 16:14).
Tomado del Libro "Buenos días Espíritu Santo" de Benny Hinn
Te regalo una bella canción de Thalles Roberto y Gabriela Rocha "Nada Além de "Nada Além de Tí".

martes, 9 de julio de 2013

La obra de la Deidad

¿«Debilidad»? O ¿«voluntad»?
Comencemos con este hecho acerca de la Deidad: lo que es cierto de uno no necesariamente se aplica a los tres. A veces son diferentes, aún en la manera en que Ellos se mueven y en la manera en que Ellos hablan. Ya hemos discutido el hecho de que los miembros de la Deidad son personas distintas –sin embargo, los tres son Uno. Pero en cuanto a lo que respecta a la relación y a la comunicación personal con «Dios», un entendimiento del Padre, del Hijo y del Espíritu es esencial.
Cada vez que tu veas a Dios obrar, lo ves como un Dios. Pero comienzas a ver alguna distinción en la manera que piensan y actúan las personas de la Deidad.
Por ejemplo, Cuando el pueblo judío bajo el Antiguo Pacto voluntariamente y a sabiendas pecó delante del Padre ¿Recuerdas lo que pasó? La Escritura dicen que fueron muertos o castigados.
Pero Cristo el Hijo trató de otra manera con aquellos que deliberada y voluntariamente pecaron. Por ejemplo: Considera a los fariseos. ¿los mató Cristo? ¡No! Él los reprendió.
Tú dices: «yo siempre creí que Cristo perdonó a todos». La Escritura no dice si Jesús a los Fariseos por sus pecados o no. Sin embargo, el perdonó al criminal en la cruz cuando clamó de corazón, «¡acuérdate de mí cunado vinieres en tu reino!»
No malentiendas. Dios el Padre perdonó, pero también mató o castigó a aquellos que rehusaron cesar de rebelarse contra Él. Dios el Hijo, sin embargo, respondió de otra manera, En vez de matar o juzgar al pecador voluntario, él simplemente lo reprendió.
Tú preguntas: «¿pero qué sobre el Espíritu Santo?» ¿Cuál es su respuesta a la persona que a sabiendas, deliberadamente peca?» Él reacciona totalmente diferente que el Padre y que el Hijo. El Espíritu no los quita o reprende –él los convence de culpa y retira el poder de su presencia.
¿A quién debo recurrir?
La Trinidad, como hemos visto, se compone de tres personas distintas y únicas. Pero necesitas entender Su Unidad. –que son Uno. Es esencial que reconozcas que la unidad lo abraza todo, de la que estamos hablando está conectada a la obra de la Deidad.
La palabra expresa claramente que hay diferencias  -diversidades- de administración en la Deidad, aunque ellos son uno. Nota cómo lo explicó Pablo a la iglesia en Corinto:
«Y hay diversidad de ministerios,  pero el Señor es el mismo.
Y hay diversidad de operaciones,  pero Dios,  que hace todas las cosas en todos,  es el mismo.» (1 Corintios 12:5-6)
Y entonces el escribe;
«Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.» (1Corintios 12:7 )
Pablo estaba presentando la obra de la Deidad, el explicó que el Señor Jesús es el administrador, el Padre el operador, y el Espíritu Santo es el manifestador, ahora, esa es una de las pocas veces en la palabra donde Jesús se menciona primero y el Padre de segundo en el orden de reconocimiento.
Pero vamos a ponerlos de nuevo en el orden «usual» de la Escritura. ¿Cuál es la obra principal del Padre? Él opera. ¿ y qué sobre el Hijo? Él administra la operación del Padre. Y Él Espíritu Santo manifiesta la administración de esa operación.
Si tú necesitas vida, ¿a quién te vuelves? Tu miras al Padre porque él es el dador de toda buena dádiva y de todo don perfecto:
«Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto,  del Padre de las luces,  en el cual no hay mudanza,  ni sombra de variación.» (Santiago 1:17)
Tu dirás: «yo pensaba que mirábamos a Jesús». No. La Fuente es el Padre. Pero el Dador de esa fuente es Cristo. Y el Poder de la fuente es el Espíritu Santo.
Así que, cuando tú necesitas vida, esto es lo que sucede. Miras a Dios el Padre y dices: «Padre, ¡dame vida!» o sanidad o liberación. Tú ves, Dios es la fuente de eso.
«Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,  lo haré,  para que el Padre sea glorificado en el Hijo.» (Juan 14:13)
 Aún cuando te acercas a Dios mediante su Hijo, todavía es el Padre a quién le pides el don. Y tu petición va mediante el Hijo al Padre.
¿Cómo viene ese don? Digamos que tu petición es por sanidad. Dios el Padre –recuerda ahora que Dios existe en tres personas –mira a Dios el Hijo y dice, «sánalo, por favor»
Cristo da la sanidad. ¿Por qué? Porque ese es la función del administrador. La misma palabra administrar quiere decir ministrar o servir. Así que el Padre entrega la sanidad al Hijo, y el Hijo te la transfiere a ti.
¿Puedes verte a ti mismo extendiéndote para recibir la sanidad y hallando que por alguna razón está fuera de tu alcance? Extiendes los brazos hasta donde puedes, pero el don parece más allá de tu alcance. Tan cerca que está y, sin embargo, tan lejos que parece. ¿Qué ha pasado? ¿Qué falta? Es aquí donde la obra del Espíritu Santo entra en la escena. Él se presenta a sí mismo para manifestar la sanidad que fue provista por Dios y transferida por su Hijo.
Es el Espíritu quien completa el proceso de sanidad.
Tomado del Libro "Buenos días Espíritu Santo" de Benny Hinn

domingo, 7 de julio de 2013

El Padre de Jesús

El Espíritu Santo no sólo es Dios es también el Padre del Señor Jesucristo. Antes que digas: «Ahora Aguántate ahí, Benedictus» déjame señalarte la palabra. Tu dices: «yo pensaba que Dios el Padre era el Padre de Jesús», Bueno, tienes razón, pero estás también equivocado. Déjame mostrarte por qué. En el primer capítulo de los evangelios se nos dice que el Espíritu Santo es el Padre de Jesús:
«Mat 1:18  El nacimiento de Jesucristo fue así:  Estando desposada María su madre con José,  antes que se juntasen,  se halló que había concebido del Espíritu Santo.» (Mateo 1:18)
Aún María estaba preocupada, ella le dijo al ángel:
«Entonces María dijo al ángel:  ¿Cómo será esto?  pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel,  le dijo:  El Espíritu Santo vendrá sobre ti,  y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;  por lo cual también el Santo Ser que nacerá,  será llamado Hijo de Dios.» (Lucas 1:34-35)
Ahí lo tienes. Él se llama Hijo de Dios, pero fue el Espíritu Santo quién vino sobre la madre de Cristo. Eso es la intimidad de la Trinidad –Hijo de Dios el Padre e Hijo de Dios el Espíritu Santo.
Aún los atributos de Jesús le fue dado por el Espíritu, Hablando del Cristo que vendría, Isaías escribió (como si el hijo se pareciera a su papá):
«Saldrá una vara del tronco de Isaí,  y un vástago retoñará de sus raíces.
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová;  espíritu de sabiduría y de inteligencia,  espíritu de consejo y de poder,  espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.» (Isaías 11:1-2)
¿Quién es el Padre?
Jesucristo hombre fue engendrado del Espíritu. Y tal como los padres terrenales aman a su pequeño bebé, así el Espíritu Santo amaba al Señor. ¿Has visto tú a un padre orgulloso tomar en sus brazos a su hijo recién nacido apretarlo y amarlo? Yo creo que nosotros olvidamos que el Espíritu Santo tiene emociones también. El ama lo que ha creado; es por eso que desea poner sus brazos alrededor de él.
¿Puedes ver a Dios el Padre en el cielo diciéndole al Espíritu Santo: «toma a mi Hijo y hazlo carne»? Fue el milagro de milagros. El Espíritu Santo tomó esa semilla divina y la puso dentro del cuerpo de María. Pero no fue también el padre del Señor, fue también el que lo ungió.
Imagínate a Dios el Padre en el cielo sentado en su trono y a Jesús en la tierra sanando los enfermos y haciendo milagros. ¿Y qué del Espíritu Santo? Él es el canal, el contacto entre ambas personalidades. Voy a ilustrarlo así:
El Padre toma el teléfono (como si necesitase uno) y dice: «¿Espíritu Santo?»,
-sí Señor-dice el Espíritu Santo al contestar el teléfono.
Dios dice: «quiero que guíes a Jesús al desierto porque voy a enviar al diablo para que lo tiente»
El Espíritu Santo dice: «sí, Señor», y corre a Cristo. Jesús, ven conmigo –le dice.
¿Ves cómo el Espíritu Santo viene a ser como el contacto entre ambas personalidades?
O imagínate esto: Jesús pasa por el lado de un hombre que está muy enfermo. De nuevo, el Padre levanta el teléfono y dice: «Espíritu Santo, ¡Detén a Jesús! Dile que se pare ahí mismo donde está».
El Espíritu dice: «Bien, Jesús, párate». Levanta el teléfono y dice: «Padre, ¿qué debe hacer Él?».
«Dile que sane a ese hombre» –dice la voz de Dios.
Jesús inmediatamente pone sus manos sobre el hombre, el poder del Espíritu fluye a través de Él, y el hombre milagrosamente se levanta.
Aquí está lo vital para que recuerdes –y cuando comprendas esto, se quitará el velo de tus ojos concerniente a la función del Espíritu Santo. Durante su estancia en la tierra, Jesús escogió ser no menos que un hombre en su totalidad. Su conocimiento revelado no operaba sin la voz del Espíritu. Y El no se movía a menos que el Espíritu Santo se moviera con él.
¿Te has preguntado alguna vez por qué cuando Jesús pasaba, algunos no se sanaban? ¿por qué Él no oró por ellos? ¿Por qué Él no los alcanzó y los tocó? Es porque el Padre no le ordenó al Espíritu Santo que guiara a Jesús a hacerlo. Cristo dijo:
«que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago» (Juan 14:31)
Jesús dependía del Espíritu; Él era el cordón umbilical de Cristo el Padre.
¿Era Cristo capaz de pecar?
Aún antes que Cristo se enfrentara al Gólgota, él se ofreció al Padre por medio del Espíritu Santo. Comparando la sangre de Cristo al sacrificio de animales,
«¿cuánto más la sangre de Cristo,  el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,  limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Hebreos 9:14 )
Si él no se hubiera ofrecido a sí mismo mediante el Espíritu Santo, ¿hubiera soportado los sufrimientos de la cruz? Si él no se hubiera presentado a sí mismo mediante el Espíritu Santo, su sangre ¿hubiera permanecido pura e inmaculada?
Y déjame añadir esto: si el Espíritu Santo no hubiera estado con Jesús, ¿hubiera pecado? Es posible que hubiera podido pecar. Fue el Espíritu Santo el poder que lo guardó puro. Él no sólo fue enviado del cielo, sino que fue llamado Hijo del Hombre –y como tal ¿No podía él pecar? El hecho de que no lo hiciera no quiere decir que no existiera la posibilidad.
Si tu crees que Jesús no era capaz de pecar, entonces ¿por qué Satanás perdió su tiempo tentándole? El diablo sabía lo que estaba haciendo. Sin el Espíritu Santo Jesús jamás hubiera logrado completar su obra.
Realmente Jesús se ofreció a sí mismo mediante el Espíritu Santo para permanecer sin pecado. Aún dependió del Espíritu Santo para que lo levantara de las garras de la muerte. ¿Recuerdas las palabras de Pablo?:
«que fue declarado Hijo de Dios con poder,  según el Espíritu de santidad,  por la resurrección de entre los muertos» (Romanos 1:4)
Fue a través del poder del Espíritu que Cristo fue levantado de los muertos. He aquí lo que dice la Escritura:
«Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros,  el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.» (Romanos 8:11)
No sólo el Espíritu levantó a Cristo; ¡Él es quién también te levantará a ti! Podemos poner también nuestra esperanza en Él.
El plan maestro de Dios
Aún después que el cambió el curso de la historia saliendo de la tumba, Cristo continuó dependiendo del Espíritu. En realidad, Él le dijo a sus discípulos:
«Y estando juntos,  les mandó que no se fueran de Jerusalén,  sino que esperasen la promesa del Padre,  la cual,  les dijo,  oísteis de mí.
Porque Juan ciertamente bautizó con agua,  mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.» (Hechos 1:4-5)
Cristo estaba bajo el control de Dios cuando habló estas palabras. Él estaba repitiendo lo que el Padre dijo del Espíritu Santo.
Tan dependiente era Cristo del Espíritu que él se volvió a Él antes de dar direcciones a sus seguidores. La Escritura dice:
«hasta el día en que fue recibido arriba,  después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido»(Hechos 1:2)
¡No me malinterpretes! De ninguna manera estoy diciendo que la posición de Cristo es menos que la del Espíritu Santo, tampoco el Espíritu Santo es menos que Jesús. Hay igualdad absoluta en la Trinidad. Cada miembro tiene un propósito y características únicas.
Lo que yo quiero que tu sepas es que el Espíritu no es débil. No es un inmaduro o incapaz de hablar por sí mismo.
El Espíritu Santo es perfecto, poderoso y glorioso.
El Espíritu Santo merece nuestra adoración. Debemos poner en práctica lo que hemos estado cantando por generaciones: «A Dios el Padre Celestial, al Hijo nuestro Redentor, al eternal Consolador unidos todos, alabad, amén»
¿Cómo lo reconoces? Es tan simple como esa vocecita que oyes cuando estás a punto de quedarte dormido, la voz que te recuerda: «Tú no has orado hoy», o puede que Él diga: «no has leído la palabra hoy». Este es el Espíritu hablando, luchando con tu alma. Ya tú lo conoces, pero desea que lo conozcas más.
El Señor predijo lo que te pasaría cuando hicieras un lugar para el Espíritu. Él dijo,
«El que cree en mí,  como dice la Escritura,  de su interior correrán ríos de agua viva.» (Juan 7:38)
¿y qué era esa unción de la que hablaba él?
«Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él;  pues aún no había venido el Espíritu Santo,  porque Jesús no había sido aún glorificado.» (Juan 7:39)
Dios tiene un plan maestro detallado para tu vida. Su unción y su Espíritu están incluídos en el plan:
«Y el que nos confirma con vosotros en Cristo,  y el que nos ungió,  es Dios, el cual también nos ha sellado,  y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.» (2 Corintios 1:21-22)
¿Has hecho lugar para el Espíritu Santo? Todo lo que él pide es un lugar en tu corazón.

Tomado del libro «buenos días Espíritu Santo» de Benny Hinn.

Crecimiento Espiritual

Si deseas que la unción del Espíritu Santo llegue a ser evidente en tu vida, comienza con un entendimiento de quién es Él, cómo opera, cómo puedes entrar en su comunión. El Espíritu Santo fue enviado no sólo para hacerte sentir bien. Ciertamente Él hará eso, pero Él es mucho más. Él tiene igualdad en la deidad y merece nuestra adoración como Dios el Padre y Dios el Hijo.  Pero eso es sólo el comienzo. Tu crecimiento espiritual no es diferente del de un árbol de roble gigante. Tiene que ser alimentado y nutrido.
Muchas personas dicen: «pastor, quiero darle las gracias por presentarme al Espíritu Santo». Yo les digo «magnífico, ¿qué ha pasado desde entonces?», muchos de ellos contestan cosas como: «nada realmente, yo sólo recuerdo como era cuando lo conocí»
«¿Por qué crees que no ha pasado nada?- les pregunto». Me impacta sobremanera cuando me contestan cosas como «Pienso que yo no sabía qué hacer».
Siempre espero que cada persona que ha sido presentada al Espíritu Santo responda como yo lo hice. Yo literalmente me he metido en la palabra y el Espíritu y he absorbido como esponja lo que Él me ofrece. Me lleva tiempo, cientos y cientos de horas con el Espíritu Santo. Unos días más manifiesta su presencia que otros, pero no paro de buscarle.
Me doy cuenta de que para mucha gente es casi imposible encontrar el tiempo para escudriñar y escudriñar las Escrituras. No puede ningún pastor ungido poner una venda, y poner una unción sobre mí. Eso sólo viene de un encuentro profundo, personal y privado con el Espíritu Santo. Y eso crece y continúa con una amistad y comunión que sólo tú puedes establecer.
Tu crecimiento en el Espíritu comenzará en el momento que comiences a ver que el Espíritu  de Dios es verdaderamente Dios. 

sábado, 6 de julio de 2013

Un lugar para él

Sin duda el mensaje más descuidado de la iglesia hoy es que el Espíritu Santo es real y tenemos que hacer un lugar para Él. ¿Triste no?. Ministros del evangelio por miles no comprenden la obra del Espíritu en el planeta tierra. Me temo que han estado programados, también. De la escuela dominical al seminario, han sido guiados a creer que el Espíritu es un miembro menor de la Deidad que vino en pentecostés y ha estado flotando en las nubes desde entonces. Algunos evitan pronunciar su nombre para que la gente no los confundan con uno de esos fanáticos carismáticos.
Fue la intención de Dios que la iglesia fuera viva y vibrante. Antes de regresar al cielo, Jesús pronunció las inolvidables palabras: «y estas señales seguirán a los que creen…» (Marcos 16:17). Quizá la pregunta más desconcertante que yo tengo como ministro es ésta: Si el Espíritu Santo fue enviado para dar poder a los cristianos para que vivan una vida victoriosa,  ¿por qué hay tantos desanimados y derrotados?.
Cuando yo era un evangelista, iba a una iglesia, conducía una campaña, oraba por las necesidades de la gente, y regresaba a mi casa. Realmente no sabía lo que estaba pasando en la vida diaria de la gente.  Pero ahora que soy pastor, mi perspectiva ha cambiado totalmente. Y Estoy molesto por lo que veo.
Ahora me doy cuenta de que muchas más personas tienen mayores problemas de lo que jamás soñé posible.
Que tantos creyentes están descorazonados, y deprimidos, al borde de la bancarrota espiritual es casi inimaginable. Repetidamente veo pequeños problemas entrar en la vida de la gente y de repente emergen como Goliat, o el monte Everest.
«Padre Dios» -pregunto- ¿Dónde está la victoria? ¿Dónde está el gozo?.
La semana pasada nuestra congregación experimentó un derramamiento poderoso del Espíritu el domingo en la noche. Al ministrar a la gente, yo sentí una unción extraordinaria. De regreso al hogar iba gritando, «Aleluya». Le dije a mi esposa Suzanne, «¡Qué gran servicio!, ¿No es maravilloso lo que Dios está haciendo aquí?» pero acabando de entrar por la puerta de nuestra casa, sonó el teléfono. Y por los próximos treinta minutos oí la triste historia de un hombre que había estado en este servicio. Él lloraba y lloraba mientras me decía: «yo no tengo a quién ir».
¿Quién tienen el poder?
¿Qué está mal? ¿Por qué es que la iglesia primitiva tenía tal poder y nosotros tenemos tan poco? Con una palabra mandaban a salir los demonios, y nosotros nos vemos tan temerosos y alarmados. Sólo mencionar demonios, y los cristianos hacen una retirada de cien yardas. Muchos pastores ni aun hablan de ellos, como si ignorando el tema los echaran fuera.
Es difícil de entender. En lugar de predicar a la gente que pueden ser libres, muchos ministros mantienen un silencio dejando a la gente en cautividad. En vez de obedecer las palabras de Cristo: «echarán fuera demonios» (Marcos 16:17), le dicen a su gente que lo que está realmente pasando no existe –que todo está en sus mentes. Y la gente murmura: «Señor, no puedo encontrar una respuesta. ¡No puedo encontrar ayuda!».
¿Nos sorprende que algunos cultistas satánicos tienen más poder que algunos cristianos? ¿Deberíamos sorprendernos cuando los seguidores satánicos demuestran más de lo sobrenatural que muchos seguidores de Cristo? ¿Cómo es posible? Si Dios es omnipotente y Satanás tiene sólo una pequeña fracción del poder, ¿Cómo un discípulo del diablo puede obrar con autoridad?
Realmente es muy simple, una persona que usa cien por ciento de una fracción muy pequeña tiene más poder que alguien que puede tocar la energía del universo pero ni siquiera lo intenta. Me molesto profundamente cuando pienso acerca de un pecador que recibe más de Satanás que lo que un creyente que no pide de Dios, puede recibir.
Es tiempo que empieces a ejercitar el poder del Todopoderoso. Necesitas saber que Dios es más grande que cualquier demonio y que sólo una palabra de Jesús destruye al diablo. Sólo uno de sus ángeles puede atar a Satanás en el abismo (Apocalipsis 10:1-3). Dios no es débil –Su pueblo sí lo es.
Aquí está una conclusión a la que he podido llegar, la razón de que la iglesia y tantas personas en ella hayan sido derrotadas es que han ignorado la persona más poderosa en el universo –El Espíritu Santo. De nuevo,
«…No con ejército,  ni con fuerza,  sino con mi Espíritu,  ha dicho Jehová de los ejércitos.» (Zacarías 4:6)
Y las próximas palabras son igualmente emocionantes:
«¿Quién eres tú,  oh gran monte?  … serás reducido a llanura» (Zacarías 4:7)
Necesitas más que un tractor para nivelar los montones de roca que están delante de ti. Es una montaña gigante de hostilidad y temor. Y la excavación que necesitas es sólo posible a través de un poder de energía del Espíritu Santo.
Real, no fingida
Dios a través de su palabra, da una receta para romper el yugo de esclavitud. El sabe exactamente lo que se necesita para levantar tu carga pesada. Se llama UNCIÓN:
«Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro,  y su yugo de tu cerviz,  y el yugo se pudrirá a causa de la unción.» (Isaías 10:27)
Así como Dios quitó la carga de Israel, también removerá el yugo de ti. Después de todo, Satanás es el traicionero que ha puesto ese yugo pesado sobre ti. Pero Jesús, que declara el yugo destruido, dijo,
«porque mi yugo es fácil,  y ligera mi carga.» (Mateo 11:30)
El yugo opresor puede ser roto por el Espíritu pero no sólo por el momento. No es una solución temporal. Él se queda contigo, para continuar levantando la carga y guiándote en una nueva senda. El apóstol Juan, hablando del Espíritu, escribió:
«Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros,  y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe;  así como la unción misma os enseña todas las cosas,  y es verdadera,  y no es mentira,  según ella os ha enseñado,  permaneced en él.» (1 Juan 2:27)
No se necesita un doctorado en divinidad para poder discernir quién tiene la unción y quién no la tienen. Un pecador no regenerado que ve la televisión durante el domingo en la mañana reconoce el toque del Espíritu cuando lo ve. Lo reconoce porque, como el diamante es extraño para él.
No hay nada más trágico que gente que no tiene la unción trate de producirla. Tratan de forzarla, pero el toque del Señor no está allí. Cuántas veces has viajado para oír aun gran predicador o maestro de la Biblia, sólo para encontrar que esa persona es sólo un caparazón vacío, que no hay nada más que conocimiento adentro. Lleno de datos e información pero absolutamente sin vida.
Nunca olvidaré lo que pasó en la conferencia a la que asistí en la costa oeste. En una de las reuniones de la tarde, un joven fue presentado para cantar. Con una voz tremenda, buen entrenada, cantó ¡El rey ya viene! Toda la gente se alegró, y le dieron un gran aplauso cuando terminó.
Yo no sé cómo pasó, pero en el servicio de la noche una señora cantó la misma canción. Francamente, no parecía una cantante, su voz era un poco nasal, y algunas de las notas estaban fuera de tono. Pero ella tenía algo más, que cubría esas diferencias mil veces. Cuando llegó al segundo coro, la gente estaba de pie. Sus manos estaban levantadas al cielo. El poder en aquel lugar era eléctrico. Y no terminó cuando ella terminó de cantar. Alabamos al señor y volvimos a alabarlo. Luego comenzamos a aplaudir –por largo rato. Pero no estábamos aplaudiendo a la cantante. Estábamos aplaudiendo al dador de la unción.
¿Qué hizo la diferencia? ¡fue LA UNCIÓN! Fue el poder del Espíritu en la vida de aquella mujer.
Durante mi ministerio en Canadá, éramos uno de los grupos auspiciadores de la cruzada de Billy Graham. En su preparación las reuniones eran organizadas como nada que yo hubiera visto. Y los mismos servicios eran «flojos» comparados con lo que yo estaba acostumbrado a ver. Pero cuando Graham comenzó a hablar, hubo un inconfundible toque del Espíritu en su mensaje. El contenido era Cristo,  pero yo podía decir que estaba en la presencia de un hombre que tenía una relación personal profunda con el Espíritu.

Palabras que asombraron a la sinagoga
Desde la creación, la gente ha estado fascinada con la unción. Se han maravillado con ella, la han manifestado, y aún imitado. Pero la verdadera unción siempre ha sido –y todavía lo es- una función de Dios el Espíritu Santo.
¿Cuál es su propósito? Para que puedas proclamar el mensaje con poder.
«El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí,  porque me ungió Jehová;  me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,  a vendar a los quebrantados de corazón,  a publicar libertad a los cautivos,  y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,  y el día de venganza del Dios nuestro;  a consolar a todos los enlutados;» (Isaías 61:1-2)
Pero esas no son sólo las palabras de un profeta del Antiguo testamento. Jesús las citó a una audiencia pasmada en la cinagoga en Nazaret (Lucas 4:18-19).
Nunca debes olvidar que para entender al Espíritu Santo tienes que saber que él es Dios. Esa descripción te puede parecer extraña, pero es tan básica como la misma palabra. Él era el poder de la creación. ¿Recuerdas las palabras en el libro de Job?
«El espíritu de Dios me hizo,
 Y el soplo del Omnipotente me dio vida.» (Job 33:4)
Mientras Dios el Padre estaba en el cielo en el trono de gloria diciendo: «hagamos al hombre», el Espíritu santo estaba haciendo su obra en la tierra. Aún el segundo versículo dice eso en la creación:
«El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1:2)
Y el salmista, hablando de las criaturas en la tierra, escribió:
«Psa 104:30  Envías tu Espíritu,  son creados, Y renuevas la faz de la tierra.» (Salmo 104:30).

Del libro «buenos días Espíritu Santo» de Benny Hinn.

miércoles, 3 de julio de 2013

El Espíritu Santo nunca deja de obrar

Desde el día de pentecostés el Espíritu Santo comenzó su obra en la tierra, y esta nunca ha parado. ¡Nunca!, es increíble cómo intervino él en la vida de Pedro. Mientras oraba en la azotea de una casa, Dios le dio una visión:
«Y mientras Pedro pensaba en la visión,  le dijo el Espíritu:  He aquí,  tres hombres te buscan.
Levántate,  pues,  y desciende y no dudes de ir con ellos,  porque yo los he enviado.
Hechos 10:19-20»
Los tres hombres de los cuales el Espíritu le habló fueron enviados por Cornelio, un hombre temeroso de Dios, centurión de la compañía «la italiana». Este, también había tenido una visión:
«Este vio claramente en una visión,  como a la hora novena del día,  que un ángel de Dios entraba donde él estaba,  y le decía:  Cornelio.
El,  mirándole fijamente,  y atemorizado,  dijo:  ¿Qué es,  Señor?  Y le dijo:  Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
Envía,  pues,  ahora hombres a Jope,  y haz venir a Simón,  el que tiene por sobrenombre Pedro.»
Pero no era el ángel el que hablaba. Era el Espíritu hablando mediante el ángel, ¿por qué lo sabemos? Porque «el Espíritu dijo… yo los he enviado» (Hechos 10:19-20).
El Espíritu Santo es una persona activa. Él nuca cesa de obrar, él enviará un ángel a ti si eso es lo que necesitas. Lo que pasa en la tierra es obra del Espíritu, él es el representante del Padre y del Hijo.
En la casa de Cornelio, Pedro predicó sobre la muerte, sepultura y resurrección de Cristo:
«Mientras aún hablaba Pedro estas palabras,  el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.» (Hechos 10:44)
Y los creyentes que habían venido con él
«…se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
Porque los oían que hablaban en lenguas,  y que magnificaban a Dios.» Hechos 10:45-46
Pedro predicó primero, porque la palabra viene primero, el mensaje de Cristo tiene la preeminencia. El evangelio es el fundamento para todo lo que Dios el Espíritu Santo fue enviado a hacer.
El Espíritu Santo está interesado en tu vida -  aún en tu futuro- Él desea guirarte, protegerte, aún advertirte de las cosas que están por venir. Mira lo que pasó con Bernabé cuando fue a la gran ciudad de Antioquía. Como medio millón de persona vivían allí en aquellos tiempos. Por un año entero Bernabé y Saulo enseñaron a mucha gente en aquella iglesia creciente.
«En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía.
Y levantándose uno de ellos,  llamado Agabo,  daba a entender por el Espíritu,  que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada;  la cual sucedió en tiempo de Claudio.
Entonces los discípulos,  cada uno conforme a lo que tenía,  determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea;»
¡Cuán cerca estaba el Espíritu en sus vidas diarias! Él reveló que una sequía se acercaba y así les permitió que se prepararan para el hambre que de hecho vino. El Espíritu es una persona y él está profundamente interesado en la gente, Él sabe lo que está pasando en tu vida y tiene gran interés en ti.

EL ESPÍRITU Y EL MAGO
¿No es tiempo de que dejes al Espíritu ordenar tus pasos? ¿por qué planear tu propio curso cuando él conoce cada pulgada del camino que tienes por delante, cada curva peligrosa, cada hoyo? Eso fue lo que los cristianos aprendieron en Antioquía.
«Ministrando éstos al Señor,  y ayunando,  dijo el Espíritu Santo:  Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.» (Hechos 13:2)
Ellos respondieron inmediatamente, y entonces
«Ellos,  entonces,  enviados por el Espíritu Santo,  descendieron a Seleucia,  y de allí navegaron a Chipre.» (Hechos 13:4)
Los discípulos estaban haciendo la obra del Padre, pero ¿quién los envió? Ellos recibieron instrucciones directas del Espíritu Santo. Aún les dio poder sobre un falso profeta.
Elimas era un hechicero y mago judío. Él trató de detener lo que el poder de Dios estaba haciendo en Chipre.
«Entonces Saulo,  que también es Pablo,  lleno del Espíritu Santo,  fijando en él los ojos, dijo:  ¡Oh,  lleno de todo engaño y de toda maldad,  hijo del diablo,  enemigo de toda justicia!  ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?» (Hechos 13:9-10)
¡Qué acusación!, de hecho el Espíritu Santo se encontraba tan poderosamente en Pablo que le dijo al mago que se quedaría ciego. Y así fue. Y como resultado directo la gente comenzó a volverse a Cristo
«Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.
Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.» (Hechos 13:49-52)
Después de todo lo que hemos dicho nos asalta una sencilla pregunta: ¿Debo dejar que el Espíritu Santo haga todas las decisiones cuando tengo una mente mía propia? Claro que sí, lo que tiene lógica para ti también lo tiene para el Espíritu Santo:
«Porque ha parecido bien al Espíritu Santo,  y a nosotros,  no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:» (Hechos 15:28)
Cuando algo está bien será confirmado por el Espíritu Santo y sabrás qué decisión tomar.
EL MENSAJE Y EL MENSAJERO
Si el Espíritu Santo fue tan necesario para Cristo, también tiene que ser lo mismo para ti y para mí.
Jesús nació del Espíritu, fue ungido por el Espíritu, echó fuera demonios por el Espíritu, recibió su plenitud por el Espíritu e hizo milagros por el Espíritu. Y fue por el Espíritu Santo que él enseñó, dio mandamientos, dio poder y gobernó la iglesia, se ofreció a sí mismo en la cruz, y fue resucitado.
«¿cuánto más la sangre de Cristo,  el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,  limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Hebreos 13:9)
El mismo Espíritu que fue esencial para la obra terrenal de Cristo, es necesario para ti y para mi, Él es indispensable.
Tu experiencia de salvación se basa en Cristo, la cruz y tu confesión. ¿Pero cómo recibiste la realidad de tu regeneración? ¿Cómo sabes que tu corazón ha sido limpiado? Eso, es la obra del Espíritu Santo. Es el Espíritu del Señor quien pone el mensaje en tu misma alma. Tu no puedes encontrar palabras adecuadas para describirlo o explicarlo, pero sabes que es tan válido como la vida misma.
Si esa realidad es tan fuerte, tan profunda y tan personal, entonces ¿Cuán real es el que la da? Es una persona significativa. ¿Cuán real tiene que ser el mensajero cuando el mensaje es tan real?

El Espíritu Santo anhela una relación personal continua contigo. El desea hacer una entrada –una entrada poderosa- en tu vida.