El Espíritu Santo les da tremenda
autoridad a aquellos que lo han recibido. Eran las tres de a tarde cuando Pedro y Juan fueron al templo, y
«Hechos
3:2 Y era traído un hombre cojo de
nacimiento, a quien ponían cada día a la
puerta del templo que se llama la Hermosa,
para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Volviéndose
al mendigo,
Hechos
3:4 Pedro, con Juan,
fijando en él los ojos, le
dijo: Míranos.»
Es maravilloso ve a un hombre
completamente entregado al Espíritu Santo. Pedro estaba lleno de un denuedo y poder que él nunca había conocido, mientras miraba profundamente en el alma de
este pobre hombre – a través de sus ojos.
El
mendigo sabía que Pedro y Juan no estaban jugando. El denuedo santo había sido
conferido a los apóstoles. Cuando Pedro dijo: «míranos», el hombre
inmediatamente:
«Hechos
3:5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.»
Entonces Pedro le dijo:
«Hechos
3:6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
Hechos 3:7
Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y
tobillos;
Hechos 3:8
y saltando, se puso en pie y
anduvo; y entró con ellos en el
templo, andando, y saltando,
y alabando a Dios.»
Te puedes imaginar la consternación que hubo en el Templo?
El que había sido cojo hizo una entrada poderosa por sí mismo. Ellos lo
reconocieron inmediatamente y
«Hechos 3:10 Y le reconocían que era el que se sentaba a
pedir limosna a la puerta del templo, la
Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto
por lo que le había sucedido.»
No
una
experiencia de ayer
El
poder y la autoridad que los apóstoles recibieron comenzó a tocar las vidas a
cada paso. Su ministerios fue seguido por
«Hechos
5:12 Y por la mano de los apóstoles se
hacían muchas señales y prodigios en el pueblo;
y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.»
¿Y cuál fue
el resultado?
«Hechos
5:14 Y los que creían en el Señor
aumentaban más, gran número así de
hombres como de mujeres;»
Las señales que siguieron a la venida del Espíritu Santo guie a la
gente directamente a Cristo. Esto es un hecho que hay que recordar.
Lo
que pasó en el Aposento Alto no fue una experiencia de sólo una vez; tampoco
una nota marginal de la historia. Los creyentes llenos del Espíritu
establecieron una relación incesante con el Espíritu Santo. Ellos continuaron
llenándose. Cuando llamaron a Pedro ante el Sanedrín por la sanidad del cojo,
«Hechos
4:7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
Hechos
4:8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo,
les dijo: Gobernantes del
pueblo, y ancianos de Israel:»
No en tiempo pasado sino en tiempo presente. La palabra
«lleno» se aplica a los apóstoles en
aquel mismo momento.
Vez
tras vez en la Escritura, cuando se presentan los seguidores de Cristo como
«llenos del Espíritu», se refiere a una llenura nueva, no algo que pasó ayer o
el mes pasado.
Pero
estaba tan lleno del Espíritu en el templo que tenía autoridad sobre sus
críticos. Con mucha firmeza dijo:
«Hechos
4:8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
Gobernantes del pueblo, y
ancianos de Israel:
Hechos 4:9
Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre
enfermo, de qué manera éste haya sido
sanado,
Hechos 4:10
sea notorio a todos vosotros, y a
todo el pueblo de Israel, que en el
nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien
vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia
sano.»
¿Te das cuenta de que el poder del Espíritu puede llenarte
de tal manera que no le temas absolutamente a nadie? Es posible establecer tal
comunión con Él, que aun el dirigirse al
líder de una nación no causa ningún temor. El Espíritu levanta tu cabeza,
cuadra tus hombros, y te infunde una confianza inesperada.
Pedro el valeroso
Pedro estaba enfrentándose a algo más que los sacerdotes del
templo. El estaba en realidad en contra del gobierno de Israel. De hecho, la
noche antes que le permitieran hablar con los sacerdotes, él y Juan fueron
puestos en la cárcel. Pero cuando él habló, las palabras fueron efectivas. El
les dijo que el Señor era:
«Hechos
4:11 Este Jesús es la piedra reprobada
por vosotros los edificadores, la cual
ha venido a ser cabeza del ángulo.»
Fue
una cita directa del salmo 118:22.
¿Este era el mismo Pedro que, pocas semanas antes en el mismo lugar,
ante la misma gente, se había intimidado por las palabras sarcásticas de una
muchacha y había negado a su Maestro? Ahora él estaba allí, lleno del Espíritu
Santo, totalmente sin
temor, desafiando a los asesinos de Jesús.
Ya no
era Pedro el tímido. Era Pedro el valeroso. ¡Qué cambio hizo el Espíritu!
Tan
grande era esta comunión con el Espíritu Santo, que Pedro directamente retó a
Ananías,
«Hechos
5:3 Y dijo Pedro: Ananías,
¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?»
Las palabras de Pedro y las acciones de
Dios eran tan contundentes, que «vino un gran
temor sobre todos los que oyeron» (Hechos 5:5) (Tomado del libro "Buenos días Espíritu Santo", de Benny Hinn)
Unas canciones para que tengas un tiempo precioso en su presencia: